Se nos fue agosto. Aún cuando para los chicos de la Brigada SOS significaba el fin de sus vacaciones de verano, al menos por acá se suele considerar la llegada de septiembre como algo extremadamente positivo: llega la primavera, los viejos celebran que soportaron el crudo invierno, y obviamente la temporada de fiestas patrias, periodo de algarabía para los borrachines y al menos un par de días de descanso para los asalariados.
Obviamente para los Haruhistas, septiembre también indica el fin del loop de Agosto Infinito. A modo de una (muy innecesaria) introducción, Agosto Infinito es el relato en donde Haruhi inconscientemente usa sus poderes para repetir las últimas dos semanas del mes, con la idea de tener unas vacaciones infinitas. En la novela, es una historia inofensiva de unas 40 páginas, pero su adaptación animada, que consistió en repetir el mismo capítulo ocho veces (con minúsculas variaciones entre sí), todavía causa mucha polarización en el mundo del anime y en su día significó un escándalo tan grande que llevó al estudio a ofrecer disculpas públicas.
Muchos ensayos y opiniones se han hecho sobre la adaptación de Kyoto Animation a este relato. Irónicamente, con el paso de los años se ha cambiado la percepción de estos ocho episodios, considerando a Agosto Infinito no tan solo como un simple arco de relleno, si no como un experimento social/artístico que obliga al espectador a repetir las mismas escenas una y otra vez, al igual que los personajes en pantalla.
Independientemente de todo eso, hoy no vengo a hablar de mi percepción de Agosto Infinito como material audiovisual, si no que como concepto. La idea de repetir una y otra vez un periodo de tu vida.
Ponte en esta situación: estás pasando por un momento muy bueno en tu vida. Tan bueno, que quizás crees que no te lo mereces y el destino, como siempre, está conspirando en tu contra para arrebatarte esa reciente felicidad. Si te dieran la opción de repetir para siempre ese ciclo de fortuna: ¿Preferirías quedarte estancado y vivir esa dicha eterna o te gustaría seguir adelante y afrontar lo que te tiene preparado el destino?
En ambos casos, hay cosas muy valiosas en juego. Si decides quedar estancado, nunca podrías preguntarte en que desembocará esa racha de buena suerte. ¡Imagínate que sea algo aún mejor de lo que tienes y tu nunca lo podrás experimentar! Por otra parte, la vida es cruel y nada te asegura que el destino tenga preparado algo bueno para ti, ¿No sería bueno tener la eterna certeza de vivir un periodo feliz?
Es un 50/50, cara o sello, todo o nada. Bajo la regla de Laplace, sería igual de seguro que te pase algo bueno como algo malo. El suceso imposible, en este caso —a menos que lo llevásemos a algo fantasioso, como que el mundo se detuviera— quedaría nulo.
Si no pasa absolutamente nada, ¿contaría como algo bueno?
Ciertamente, hay un aspecto que he querido evitar en estas desvariaciones absurdas. Si pudieras repetir el tiempo... ¿Conservarías tu memoria?
Esto es una pregunta fundamental. La felicidad es cuantificable, y la dicha repetida no tendría tanta impresión como la de la primera vez. Ahora, si con el loop se llevase también tu memoria y recuerdos, la idea de revivir cíclicamente un periodo de felicidad, suena bastante más atractiva.
Pensar en esto, me remite a películas que he visto con dicha temática. El Día de la Marmota (1993) y Click del 2006 (que al igual que Agosto Infinito, no muy bien recibida en su estreno pero alcanzó un estatus de culto con los años), se me vienen a la cabeza. En ambas, los protagonistas conservan sus recuerdos y deciden alterar el tiempo a su conveniencia. Al final, ambas convergen en el mismo concepto: el arrepentimiento de haber perdido el tiempo en pos de cosas que no valían la pena.
¿Quién no ha pensando alguna vez en viajar en el tiempo y enmendar errores pasados? Tanto por lo que se hizo, como lo por que no. Yo ciertamente lo hago todo el tiempo, hasta por la cosa más banal. ¿Cómo hubiera sido mi vida si hubiera elegido comprar ese helado de vainilla en vez de chocolate? ¡Quizás hubiese encontrado plata si hubiese tomado el otro camino que me lleva a casa! O quizás hubiese encontrado la muerte. Para la mente, todo es un 50/50, aún cuando en el fondo sé claramente que la única diferencia sería llegar un par de minutos más tarde por tomar el camino más largo.
Obviamente, —en cosas tontas como esas— el ejercicio del "que pasaría?" es una mera conversación juguetona conmigo mismo en ratos de ocio. Para cosas más importantes, esa pregunta conlleva a enajenadas y tristes frustraciones por las decisiones tomadas.
En realidad, el único click que puedo apretar es el de los cigarros.
Curiosamente, ambos ejemplos anteriores eran producciones occidentales, las cuales (por obvias razones) se acercan mucho más a mi cosmovisión. Respecto a materiales orientales que traten el tema, recuerdo haber visto la película de "La chica que saltaba a través del tiempo" (2006) y la serie original de "Madoka Magica" (2011). Curiosamente en ambas el concepto de repetir tiempo queda reducido a en la moraleja de "tus acciones pasadas repercuten directamente en el futuro". Y al menos en el caso de Madoka, la historia de Homura es solo un recordatorio de que el destino ya está escrito y nada puedes hacer para cambiarlo.
Al menos en esto, me quedo con el positivo conformismo Americano.
Y bueno, tenemos también a "Agosto Infinito". En el arco, se pueden identificar tres personajes que toman roles claves en relación con el bucle temporal: Haruhi, Nagato y Kyon.
Haruhi es la creadora de este bucle, pero no está consiente de sus poderes ni del fenómeno temporal. Para ella todo es diversión en esas dos semanas eternas de vacaciones de verano. Incluso si se diera cuenta del fenómeno, dudo mucho que a Suzumiya le importase. Si el verano es infinito... son infinitas cosas que puede hacer junto a su brigada! ¿Cómo se podría vivir amargado con ese razonamiento?
Para alguien que suele asociarse con el término "melancolía", Haruhi siempre trata de sacar lo mejor de cada situación.
En el otro extremo, tenemos a Kyon. Está consiente de ese bucle, no le gusta, y siente la obligación de romperlo, tan solo que (al menos durante 6 capítulos) no sabe como hacerlo. Debo admitir que un principio, la resolución de que el bucle fuera hacer la tarea pendiente se me hizo bastante anticlimático, pero con el paso de los años he aprendido a apreciar la idea de que un problema tan grave y complicado, tuviera en realidad una solución tan sencilla.
Finalmente al medio, tenemos a Nagato. Ella está consiente de cada bucle temporal y lo ha estado por esos casi 600 años de repetición continua. Sin embargo, su papel de observadora no le permite interferir y buscar una forma para salir de allí, pese a que con el tiempo va desarrollando cada vez más frustración y tristeza, sentimientos que ni ella misma entiende y simplemente los guarda en su interior, lo que eventualmente desemboca en "La Desaparición De Haruhi Suzumiya".
La única decisión de Yuki durante todo el arco, fue elegir que máscara usar.
Teniendo ambos extremos (Haruhi, que vive feliz en su ignorancia y Kyon, que busca una solución al problema), es notable como la mayor conexión emocional que logra el arco es a través de la impasible y poco expresiva Nagato, personaje que no tiene una gran relevancia en el desarrollo de la historia más que confirmar que —efectivamente— el mundo está atrapado en un bucle temporal.
Esto se debe (entre muchas otras razones) a que Yuki es un personaje bastante empático. A las alturas de "Agosto Infinito" la hemos visto acompañar a Kyon en varias aventuras, muchas de ellas siento vital para el desarrollo y resolución de la trama. Además en el mismo arco, Kyon empatiza activamente con Nagato al saber todo lo que ha tenido que aguantar durante tantas repeticiones.
Sin embargo, esto me hace pensar sobre si estamos tomando el papel de Nagato en la vida. Si estamos siendo meros espectadores de nuestro destino, o si estamos tomando activamente decisiones que nos influyen y —ya sea para bien o para mal— nos saquen de ese bucle infinito: monotonía, melancolía, miedo, resignación.
Una película lentísima, pero de las que se quedan contigo.
Si algo tienen las producciones asiáticas por sobre las occidentales, es como abarcan el presente. Un buen ejemplo de ello es "Ikiru" (1952), que cuenta los últimos días de un burócrata al que le descubren un cáncer terminal. Obviamente, en esta historia el anciano no cuenta con el poder de controlar el tiempo. Debe afrontar en soledad que tiene los días contados y ya es demasiado tarde para ser feliz. Aún así, decide darle un giro a su vida y enfocarse en una tarea mucho más sencilla de realizar (a la par de noble) lo cual lo mantiene ocupado hasta su muerte. Quizás sea un poco tarde para disfrutar de los placeres de la vida, pero nunca es tarde para buscarle un sentido a la misma. Así a secas, puede sonar mucho más frío y negativo, pero es una buena motivación para salir del bucle y seguir adelante. A fin de cuentas, el mundo sigue andando, nada lo hará cambiar.
A veces es necesario dar vuelta la página.
Hoy en día, los controles remotos mágicos, los viajes en el tiempo, los loops temporales, no son una realidad. Pero quizás nos encontramos atrapados en un "Agosto Infinito" sin siquiera darnos cuenta. Y al igual que Kyon, quizás solo necesitamos ordenar nuestras prioridades, tener la inspiración para dar el primer paso, y finalmente, hacer la tarea.












Sigues sorprendiendo
ResponderBorrarGracias agosto por existir
ResponderBorrar